Es habitual que las empresas utilicen la estrategia y la metáfora deportiva cuando hablan de los competidores. Algunos piensan en los competidores en el sentido de gladiadores: un oponente al que deben destruir para ganar el cliente. Este pensamiento de suma cero es habitual. La competencia en los deportes se entiende bien: alguien gana y alguien pierde. Es sencillo y satisfactorio.
Sin embargo, este encuadre lleva a la falsa creencia de que en los negocios hay un único ganador y que para ganar hay que ser más fuerte, más rápido y mejor que un competidor. Pero los negocios no son en absoluto como los deportes. No hay un único ganador. Sólo las empresas que atraen a los clientes y los hacen felices y las que no.
No hay límite en el número de empresas que pueden tener éxito, porque no hay una definición universal de éxito. Algunas empresas se esfuerzan por conseguir los precios más bajos, otras por ofrecer el mayor número de puestos de trabajo, algunas por ser las más eficientes y otras por conseguir la mayor calidad posible. Hay infinitas combinaciones posibles. Y eso es algo que hay que celebrar.
Una empresa no tiene por qué modelar su comportamiento en función de lo que hacen otras empresas, porque no tiene por qué atraer a los mismos clientes ni valorar las mismas cosas. No es tan sencillo como declarar un enemigo y vencerlo.
En Delighted creemos que nuestra pasión por un gran diseño y un software empático atraerá a quienes compartan nuestra pasión, permitiéndonos servirles durante mucho tiempo en el futuro. No nos importa lo que hagan los demás, porque sabemos a qué jugamos y nos gusta.